Babú, princesa del lugar de las aguas

Corre el año 1500, Colón y España habían abierto la puerta al encuentro de los dos mundos, dos continentes. Lo que hoy se conoce como La Grita, era llamado para ese momento; Humogría, en nuestra población se asentaba una tribu aborigen de nombre Babukena, al otro lado del primer río ( hoy San Antonio) estaba Karikena o aldea del lugar del águila. Más allá del segundo río (hoy río Bobo), vivían los indios Kenikes.

En la pequeña tribu Babukena, el jefe de la tribu había anunciado, que allí se construiría la aldea a su hija Babu, quien estaba comprometida con el gran guerrero Sumusika.
El jefe caminó sobre aquel valle, después de unas horas, comprobó que era una tierra fértil donde abundaba el agua dulce y los animales silvestres. Decidió establecerse allí, en el sitio que más tarde se llamaría Babukena (Lugar de las aguas).

Continúa leyendo Babú, princesa del lugar de las aguas

La gruta de Chiquinquirá

Leyenda que viene desde hace mucho tiempo, desde el año 1880, se sembró en ese sitio un taparito con agua bendita, cuando llegó a Quinequea, Víctor Manuel Ochoa, enamorándose de María de la Cruz Escalante, por los celos de los padres de ella, se casaron a escondidas, tenían siete años de casados, sin que los padres se enterarán, al darse cuenta llamaron a Víctor Manuel, para que hiciera vida con María de la Cruz, nacieron dos hijos, estando Manuel Felipe, uno de los hijos grande, se puso a manipular una escopeta casera, se dio un tiro en la ingle, quedando muy mal de salud, don Víctor Manuel con su fe cristiana, le ofreció una promesa a la Virgen del Rosario de Chiquinquirá de Colombia, para que salvara a su hijo, concedida la petición, se organizaron para ir hasta Chiquinquirá a pagar la promesa, que era la de llevar al muchacho, dicen que duraron tres meses en ir y venir, pero el joven se salvó.

Hoy se encuentra una gruta construida por la comunidad del sector, en cemento y piedra, por donde sale y se protege la fuente de agua, la imagen que se encuentra en el sitio, fue traída desde Maracaibo de la Basílica de la Chiquinquirá, en el mes de noviembre del 2003, bendecida por el Obispo de la Diócesis del Táchira.

MUNICIPIO| Sucre
|CIUDAD/CENTRO POBLADO| Queniquea
|DIRECCIÓN| Carretera principal a Queniquea, sector La Quinta

Catalogo del Patrimonio Cultural Venezolano 2004 – 2007. Estado Táchira.

San José, y los pies de barro

Cuenta la leyenda que en la época de 1900, era una época en la que existían muchas disputas entre los pueblos San José de Bolívar y Queniquea, pero en aquel entonces ambos pueblos fueron testigos de un milagro. Los queniqueos querían llevarse la imagen de San José y colocarla en la iglesia de su pueblo, esta disputa sucedió de día, pero en medio de ella de pronto se escucharon unos tiros y se escuchó el sonido de unos garrotes, que dieron la estocada final y triunfo a los queniqueos, lograron llevarse entonces la imagen de San José (el patrono), inmediatamente luego del hecho y ya con la imagen comenzaron a realizar peticiones de protección por el suceso ocurrido.

Continúa leyendo San José, y los pies de barro

Milagro de San Antonio

En la Aldea Santa Filomena, sector Mesa Alta, hace unos 65 años, en la casa de la familia Quintero, sucedió, que la señora Quintero, se enfermó por muchos días y cada día se empeoraba, en esos años, los familiares aprontaban la mortaja y todo lo necesario para el mortuorio, pero que no lo supiera el moribundo, a esta señora le prepararon todo y ella se dio cuenta.

Continúa leyendo Milagro de San Antonio

Doroteo Contreras

Se dice de una casa muy antigua, construida en el año 1800 aproximadamente, construida por Doroteo Contreras, un señor muy rico, que tenía las propiedades de casi toda la aldea y lo que se conoce hoy como San Felipe y Piloncitos, además se dice que tenía propiedades en San Cristóbal en el barrio Guzmán, se decía que este señor tenía pacto o negocio con el diablo.

Continúa leyendo Doroteo Contreras

La carretera a la represa Uribante-Caparo

Hace unos años cuando se hacía la carretera de penetración desde San Joaquín de Navay a la represa Uribante-Caparo, en La Cristalina, en las noches quedaba la maquinaria pesada en el mismo lugar donde había llegado en el día. Los obreros se marchaban hasta sus casas, lo mismo que los capataces, tractoristas e ingenieros. Quedaban en aquellas soledades tres vigilantes que se cobijaban en una carpa instalada al efecto. La zona era montañosa y boscosa. En la ladera, una profunda herida trazada con los tractores y palas mecánicas. De noche la niebla cubría este lugar solitario y envolvía con su manto montaña, árboles y carretera. Los vigilantes se guarecían del frío dentro de la carpa y dormían por turnos. El vigilante de guardia tenía una lámpara de gasolina y de vez en cuando se asomaba para ver las maquinarias.

Continúa leyendo La carretera a la represa Uribante-Caparo

Me esperan mis padres

Una tarde luminosa Miguel salió de viaje. Dejó atrás a La Grita y fue descendiendo por ka carretera ondulante entre montañas, vegetación y piedras. Poco después de pasar Seboruco oscurecía. Los rayos del sol se desvanecían entre las nubes anaranjadas y casi de inmediato las figuras se iban tornando borrosas. En la semipenumbra vio a su derecha alguien que le agitaba la mano y le pedía que se detuviera. Era un niño de unos once años que vestía uniforme y al hombro llevaba un morralito. Miguel paró la camioneta y le indicó por señas que subiera. El muchacho abrió la puerta y se sentó a su lado musitando un “Buenas tardes”. Miguel contestó el saludo:

Continúa leyendo Me esperan mis padres