Evita Nieto, «el ángel de los estudiantes»

Evita Nieto Sayago, La Niña de los Milagros, nace el doce de abril de 1943, muere en Rubio, a la edad de quince años. Hija de los esposos Sr. Enrique Nieto y María de la Cruz Sayago de Nieto. Ya a la corta edad de los 11 años se dedica a la labores de catequista en la Iglesia Santa Bárbara de Rubio. La niña a pesar de que sus padres habitaban en el sector de la Quiracha, aldea Cuquí, vivía en unión de la familia Alarcón en el centro de la ciudad. Desde muy niña se dedicó a las acciones caritativas en ayuda de los niños más desamparados, y vivía entregada a las labores de la Iglesia en donde se dedicaba a labores de catequesis.

A la edad de los 14 años muere a causa de un tétano y es enterrada en el cementerio Municipal. La desaparición de Evita llenó de consternación a su señora madre, quien vivía en un eterno llanto y muy enferma. A los pocos días de su muerte según revelación del padre Sierra se le aparece en una visión y le solicita que debía de decirle a su madre que dejara de padecer ya que ella se encontraba bien y que ella era una santa y que estaba al lado de Dios y de la Virgen. El mensaje:

El Ángel de los estudiantes

Era una mañana cálida y luminosa. El mercado de Rubio estaba muy concurrido. Por todas partes se exhibían hermosos frutos, hortalizas y toda clase de alimentos. Luz Marina pasa por los puestos de flores y compra un ramo de claveles de varios colores. Con la ayuda de la vendedora de flores arregla un bonito ramo que lleva cuidadosamente. Sale del mercado y tropieza en una esquina con un viejo amigo.

Los compadres de Rubio

Era una noche clara del mes de marzo, multitud de estrellas titilaban en el cielo, de vez en cuando una brisa suave movía los arbustos del jardín, la silueta del cerro El Campanario se destacaba en la noche. La familia Pérez conversaba con un visitante:

Los niños de La Victoria

Era una noche oscura y fría. Carlos Eduardo a grandes pasos se dirigía hacía La Victoria, la parte alta de Rubio. Regresaba a su casa después de una fiesta. Cerca de la Carrera 2 con Avenida 3 se estremeció. “¡Hace frío!” – se dijo. Sintió escalofríos y sensación de presencia. “¡Qué raro!,  la noche está fresca, pero, lo que me ocurre, no es normal, debo estar enfermo…”. Aceleró el paso. Oyó un murmullo. A pocos pasos de él estaba un niño de seis años. Se acercó y le tocó la cabeza con cariño. El pequeño lo miró con sus grandes ojos llenos de tristeza y esbozó una sonrisa. Carlos Eduardo más tranquilo preguntó:

La leyenda de Bretón

Hacía rato que el sol se había ocultado entre las montañas. Poco a poco todo se iba esfumando en la penumbra, las casas, los árboles, el río… Cada vez se hacían más borrosos. Francisco aminoró la marcha para contemplar la figura de un hombre que caminaba descalzo y llevaba al hombro una mochila. Como iba en su misma dirección decidió llevarlo en su automóvil. Se detuvo y dijo:

Londor Bar

Calle 10 entre Avenidas 10 y 11, Centro. Municipio Junín.

¿Dónde queda?

Luego de recorrer la plaza Bolívar puedes entrar a este lugar que te llevará a la década de los 30´con todos sus objetos. Desde 1932 estuvo alquilada a Raúl Lozada convirtiéndola en sitio de tertulia. Hoy todavía puedes disfrutar de alguna bebida ante un fuerte calor o un café si el día es de lluvia.

Restaurant El Caldero

Avenida 9 con calle 1, Centro. Municipio Junín.

¿Dónde queda?

Con el esfuerzo de Juan Alberto Lozano Albornoz y Consuelo Cárdenas de Lozano este local ha permanecido abierto desde 1992. Aquí puedes deleitarte con una cazuela u oto plato con marisquería. Cerca del local se encuentra la Iglesia de Santa Bárbara.

La Cueva de Los Santos

Muy cerca de la Ciudad Pontálida se encuentra la aldea Cánea. El terreno es sinuoso por estar muy cerca de la cordillera El Volador, donde colindan los municipios Bolívar y Junín. La montaña está cortada en lajas de tonos que van desde el rojizo al amarillento. Estas lajas están salpicadas de orquídeas. Pequeñas llanuras cubiertas de hierba, matorrales y árboles corpulentos: orumos de hojas palmeadas, guamos, bucares, ceibas y pardillos. El clima es fresco y agradable.

En la Plaza Bolívar de Rubio

Era una noche oscura. Las calles de Rubio estaban desiertas. De vez en cuando se cubrían con la niebla. De una casa salieron dos jóvenes que al recibir el aire húmedo y frío, abrocharon sus chaquetas.

Encuentro en el bar de Las Américas

Marisa, una muchacha alegre y deportista, se pasaba andando bicicleta por alrededores de la plaza del Rotary Club de Rubio. Una noche conoció a Gerardo y se enamoró.