La mujer de la termoeléctrica

Estaba oscureciendo. En el ocaso algunas nubes coloreadas de rosado se iban esfumando. Poco a poco las casas, las montañas y los árboles iban perdiendo sus contornos y se transformaban en masas oscuras. Carlos viajaba en automóvil de La Grita a La Fría, tenía que estar a las ocho de la noche en una reunión. Iba despacio, atento a la carretera ondulante. De pronto detuvo su marcha. Al borde de la carretera estaba una mujer de apariencia hermosa. Le dijo:

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