Capilla del Niño Jesús. Llanitos, Cordero

Abandonado en un viejo cajón de madera encontró Edita Sánchez al llamado milagroso Niño Jesús del Llanito, en un parque de la ciudad de Valencia, estado Carabobo. Tiempo después, ella con mucho esfuerzo logró hacerle una capilla, pues él le salvó su vida.

Hacia finales del año 1968 Edita Sánchez se enfermó gravemente, su hija Marina decidió entonces llevarla a Valencia en busca de la cura para su padecimiento. Durante su estadía en esa ciudad se paseaba por un parque cuando allí, al lado del camino tropieza con un viejo cajón de madera en donde se encuentra un muñequito de plástico que no tenía pie ni mano; Edita recogió la figura: “Jugué un buen rato con él, pues tenía un atractivo muy especial para mí, luego lo guardé en una caja de fósforos y me la llevé conmigo”. Al terminar el tratamiento para su enfermedad decidió no desprenderse más de su muñequito querido como lo llama cariñosamente, se lo trajo para Cordero sin imaginarse siquiera lo que esto significaría para su existencia.

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El puente de la Urbina

El río Uribante baja por entre peñascos y precipicios. Agrestes montañas lo circundan y una verde y tupida vegetación lo cubre todo. Sus aguas frías y límpidas bajan cantarinas de la montaña hasta llegar al llano. Esas aguas rápidas pasan cerca de La Florida por debajo de un puente encantado. Este es el puente de La Urbina.

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El llanto de Gallardín

Gallardín, una loma cercana a Táriba donde estaba situada la hacienda de los Cárdenas, de clima fresco y suave es visitada por las brisas del río y de la montaña. A un lado una quebrada vierte sus aguas en el río Torbes, surte la hacienda e invita al baño con sus aguas límpidas y frescas. Árboles, muchos árboles, dan frescura a la casa de corredores y cuartos espaciosos, así como a sus patios y jardines.

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Manauria, El encantado

En un pequeño valle formado por la Quebrada La Jabonosa, que vierte sus aguas al río Uribante, cercano a La Arenosa, vivía con su numerosa familia un agricultor de nombre Nemesio. Labraba la tierra y gracias a su trabajo tenían una hacienda prospera. Hacia la montaña cultivaba café de inmejorable calidad, en la parte llana cacao y frutales y a las riberas del río caña de azúcar que molían en el trapiche. La casa estaba rodeada de árboles ornamentales y flores. El aire fresco que bajaba de la montaña traía un halito bienhechor. Vivian en un edén.

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