El barranco Los Colorados

Bajando por la Carretera Trasandina, de los Mirtos hacia El Cobre, poco antes de llegar a la población, se ve el Barranco Los Colorados o de La Mina. 

El barranco de tierra rojiza parece una gran herida por donde se desangra la montaña. El paisaje verde y cultivado, en esta zona es inhóspito y deshabitado según nos acercamos al Barranco Los Colorados. Detenemos el automóvil para completar el panorama, a nuestros pies corre rumoreante el río El Valle: en estos momentos tranquilos y de aguas transparentes, otras veces, en época de lluvia, de aguas tumultuosas y sucias. Mi acompañante me dice:

– Fíjate en el barranco. Cuando era pequeña solía ir con mis hermanos a coger leña por esos lados. No nos acercábamos mucho a él. Teníamos miedo de todas las cosas que nos decían.

– ¿Qué les decían?

– Que los indios Bocaqueos dejaron el sitio encantado, y algo tienen que haber de cierto, porque nosotros teníamos gran temor de acercarnos y si lo hacíamos era con recelo. Muchas veces oíamos lamentos y voces raras. Cuando escuchábamos los gritos, posiblemente de los indios, salíamos corriendo.

– ¿De verdad los escuchaban?

– Sí.

– ¿Y cómo explican eso?

– Dicen que los indios vivían felices en esta zona. Se dedicaban a la caza, a la pesca y a la pequeña agricultura. También extraían cobre de la mina que está al fondo del barranco y fabricaban adornos que luego cambiaban a otras tribus, especialmente a los Chinatos de la familia de los Caribes, que en varias ocasiones intentaron asentarse por estos lados. Con la llegada de los españoles todo cambió. Los indios se sintieron desalojados de sus tierras, vejados y maltratados. Sus tierras fueron invadidas por los colonizadores, se retiraron al barranco y fueron perseguidos. Allí los apresaron y trataron con crueldad. Uno de sus piaches, antes de morir, encantó el lugar para que nadie pudiera extraer los ricos yacimientos de cobre que están en el barranco.

Especialmente en las tardes se oyen lamentos, gritos, frases ininteligibles en la lengua indígena y llanto. Dicen que son los ayes lastimeros de los indios que murieron en el Barranco Los Colorados. El eco los envía en todas direcciones y esto hace que nadie se acerque a la mina para extraer el cobre. Estas cosas siguen infundiendo temor.

Han pasado los años, las tierras cercanas al barranco continúan deshabitadas y sus minas no se han explorado. Los que se han acercado a él dicen que se escuchan gritos y lamentos.

32 - El Barranco Los Colorados

Lolita Robles de Mora. (2011). Ruta de la montaña. En Leyendas del Táchira I (93-95). San Cristóbal, Venezuela: Ediciones Robledal.

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